miércoles, 13 de julio de 2011

Mariano

Capítulo 1- Jeanie.

Salió a caminar de noche, en esa ciudad, debajo de las estrellas y la luna invisible, se podía sentir el frío que congelaba los huesos, pero el necesitaba caminar. Mientras mas caminaba menos pensaba, y eso en ese momento era bueno para el, era un alivio.
Había sido despedido de su trabajo por no presentarse. A el no le importaba, la soledad logro quitarle hasta la productividad que lo caracterizaba, que lo hacía destacarse en muchas actividades. "¿Para que ir al trabajo?, ¿Para que trabajar?"  pensaba mientras pasaba los días triste en su habitación.
Pero ahora caminaba. Estaba nervioso, pero no por haber perdido su trabajo (de todos modos no era muy buena la paga), estaba nervioso por no tener el deseo de querer encontrar otro. Estaba nervioso por no tener deseos.
Mariano sentía el dolor que sienten las personas que esperan que algo cambie en su vida, que esperan vivir diferente, hacer cosas diferentes, pensar diferente. Sentía el dolor de querer ser otra persona.
Una mujer lo hacía sentir diferente, pero siendo el mismo. Una mujer lo quería. Y ese cariño se diferenciaba de todos los otros porque esa mujer sabía perfectamente quién era el. Esa mujer quería a Mariano, con sus defectos, con sus virtudes, con su locura, con su seriedad. Esa mujer lo conocía y lo quería.
Aunque ella lo quería, no sentía atracción por el, ni era nadie especial para ella, y no pensaba en el con la misma frecuencia y pasión con la que Mariano pensaba en ella.
En la calle a contramano las luces de los autos lo cegaban. "Autos, ¿quien quiere tener autos en esta ciudad tan pequeña? Es un gasto importantísimo el de un auto, y caminar es mucho mejor. A veces parece que el pensamiento se mueve al ritmo de los pies. Pienso, pie uno, pienso , pie dos, vuelvo a pensar pie uno. Y así hasta que notas que caminaste cincuenta cuadras y todavía no resolviste un problema". Una mujer lo saludó, amiga de su hermana. A su hermana no la veía hacía bastante, desde que se mudo a la capital a estudiar. "Vaya uno a saber como le va a mi hermana. Recordatorio : Llamar a mi hermana, preguntarle como anda, prometer ir a visitarla".
Mariano entro en un almacén. Necesitaba comprar cigarrillos. En el almacén se encontraban dos  personas, una de ellas el almacenero y otra una mujer gorda discutiendo por el precio de algo que parecía membrillo. La mujer se quejaba de que la semana pasada el membrillo salia un peso mas barato (en ese mismo almacén). "Un peso mas barato, la mujer tiene razón ,¡como nos roban! El membrillo siempre fue una carnada para robarle a la gente ¿quien sospecharía de un pobre membrillo? Por Dios!.
Finalmente la discusión termino cuando el almacenero le dijo que si le molestaba el precio compre en otro lado y la mujer se fue ofendida con el trozo de membrillo. "Esa es la típica respuesta de los almaceneros. Sirve porque la mujer compra el membrillo para no caminar dos o tres cuadras mas hasta llegar a otro almacén. Después de todo para esta mujer un peso (y tal vez su dignidad) no valen dos o tres cuadras mas."
Mariano compro los cigarrillos, sin decir mas que esa palabra, "cigarrillos", y se fue.
En la avenida se escuchaba música, una horrible música. Mariano tal vez no la escucho. Cuando doblo y llego a un pequeño barrio de la ciudad, noto que estaba parado frente a la casa de ella, la casa de la mujer que lo conocía, la casa de la mujer que lo quería. Inconscientemente llego hasta ahí. Inconscientemente se llega a los lugares mas extraños.
"¿Toco la puerta? Esta ves me tengo que arriesgar. ¿Pero si no esta?¿y si esta con el estúpido ese? De todas maneras le digo que viene a preguntarle algo sobre noseque o sobre queseyo, eso lo invento en el momento.¿Toco la puerta? ¡Bah, yo toco la puerta y que se vaya todo al carajo de una vez por todas!
Mariano toco la puerta, espero un rato. De pronto salio una mujer hermosa, de ojos claros pero de esos que no se alcanza a definir su color, de pelo largo, de un esbelto cuerpo digno de cualquier musa, y de una mente genial, capas de analizar a una persona como si fuera una rayuela (ella era psicologa, o por lo menos lo estudiaba). Su nombre era hermoso, Mariano la llamaba Jeanie. Mariano pronunciaba esas palabras y ya era feliz.
"¡Jeanie!" exclamo nervioso cuando ella intentaba reconocerlo en la oscuridad.
Ella, obviamente sorprendida, lo invito a pasar. Los temores de Mariano sobre que ella este con su novio desaparecieron cuando supo que se encontraba sola. Hay algo que quiero añadir: Cada vez que Mariano estaba con ella sus sentidos sufrían un cambio importante. Estaba atento a todos los sonidos, todas las imágenes, los olores...todos sus sentidos se agudizaban cuando el estaba con ella.
"Mariano creo que has venido aquí por algo. Ese cuento de haber pasado justo por aquí no me lo creo, menos a esta hora y con este frío. A mi me parece que viniste a buscar algo, ¿o no?".
Pasaba exactamente eso, el había llegado hasta ahí para confesar que ella es la única mujer en el mundo que sus ojos ven, es la única persona en el mundo que lo puede ayudar en este momento.
"Jeanie, otra vez tenes razón, ¡como me conoces! Vine hasta acá porque últimamente no me he sentido muy bien y necesitaba hablar con alguien y sos la única persona en la que puedo confiar".
Jeanie sonrió, una sonrisa hermosa, la sonrisa de alguien que se conmueve frente a una persona que quiere. Mariano no sabía si debía continuar. Confesaría su amor. ¿Arriesgarse a arruinar todo solo por creer tener una miserable oportunidad de que una persona (esa persona) sienta lo mismo que el? En otro momento quizás no se hubiera arriesgado, pero ahora ya no importaban los resultados, importaban las acciones.
"Además, vine a decirte algo que para mi es muy importante. No quiero caer en sentimentalismos baratos ni nada de eso, tantas tardes hemos pasado burlándonos de esas melosidades, pero bueno...siento que te necesito Jeanie. Siento que sos lo único que necesito, lo único que me podría llenar. Ya sabes, tengo una mente de loco, siempre fui un desquiciado y nunca entendí nada de esto, nada de lo de nosotros. Pero ahora me doy cuenta y...sos vos, solo vos, nadie mas."
Lo que sucedió después no tiene importancia. Me limitare a decir que Jeanie le dijo de mejor manera (la manera mas dulce) que el no era el hombre para ella y que el necesitaba otra cosa.
Mariano se despidió y salio a la calle. Prendió un cigarrillo y comenzó a caminar, debajo de las estrellas, debajo de la luna invisible.


Capítulo 2- La pareja.

La luz del sol a la mañana, que intentaba calentar el asfalto y los arboles, despertó a Mariano que había decidido dormir en una plaza. Llegar a su casa luego de lo sucedido en la noche sería un infierno. No podía volver a su casa, él quería ser otra persona.
Se dirigió hacia el norte. Pensó que sería muy fácil en estos momentos estar en un bar bebiendo, o en lo de un amigo bebiendo, o en la vereda bebiendo; pero no, refugiarse en el alcohol sería de cobardes, y el estaba muy lejos de serlo.
Llego a la casa de su amigo Daniel, y presiono el timbre. “Daniel siempre tiene tiempo para mí, es un tipo de fierro. Aunque pasen años sin vernos, el sigue ahí. Nuestra amistad lo que menos necesita es constancia” pensó mientras esperaba que lo atendieran.
Lo atendió una mujer. La esposa de Daniel, que lo invito a pasar y lo llamo a gritos a su marido, que apareció con un leve gesto de sorpresa ante Mariano.
-¡Pero mira quien es! ¡El loco Mariano!-dijo Daniel abrazando a Mariano.
-¿Cómo andas, che?-dijo Mariano.
-Bien, bien. Casado y feliz. Ella es mi mujer, Estela.
-Mucho gusto, Daniel me hablo mucho de vos-dijo Estela que corrió a preparar mate cuando su marido le hizo algunas señas.
-Che, te casas y no me avisas ¡Que buen gesto el tuyo!- dijo Mariano, sonrisita-perdonado.
-Es que fue algo informal, estamos casados en espíritu- dijo Estela mientras cebaba el mate.
-Bueno los felicito, parecen una pareja feliz- contestó Mariano, sonrisa-relaciones públicas.
Lo somos- dijo Daniel abrazando a su esposa.
Resonaba un tango en la radio de la sala:

Mira pibe que tristes versitos que armo,
Todo lo que hago por la mujer que amo,
Que luego me mira de manera fugaz,
Y no reconoce que mi amor es inmortal.

Pasaron horas hablando. A Mariano se le hacía muy simpática la pareja, como esas de las antiguas películas norteamericanas. “American dream” pensó sonriendo.
-Che, te quedas a almorzar-  dijo Daniel en un tono que pareció (y era) una orden.
Mariano accedió, era lo único que podía hacer. “Me quedare aquí y luego en la tarde viajare para darle una visita a mi hermana” pensó Mariano.
Almorzaron unos ravioles que a Mariano le parecieron exquisitos. Luego Estela preparó café. Daniel le pregunto cómo iba todo en el trabajo,
-Me echaron, casi no iba. Sabes hace un tiempo que no estoy bien…- dijo Mariano sin mirarlo a los ojos.
-Si desde que te conozco no estás bien, siempre fuiste un loco- contesto Daniel mientras su mujer lo miraba como para hacerle notar que su comentario no estuvo bien.
“Que incómodo esto ¿Quién me trae a mi acá? Yo solo. Que estúpido. Ellos, la pareja perfecta, en su casa perfecta, con sus ravioles perfectos y su cafecito no podrían entender nunca lo que me esta pasando. En realidad ni yo mismo lo entiendo.” Pensaba Mariano mientras sonreía. “Bueno me parece que me voy a tener que ir antes de que le contagie a estos dos mi angustia”.
Mira todo lo que hago niña
para que tus ojos de primavera
me vean en la ancha vereda
silbando un tango para ti

Se despidió de la pareja prometiendo volver en la semana siguiente. Lo iba a hacer, seguramente. Pero faltaba una semana. “Como le trabaja el tiempo la cabeza a uno. En una semana puedo ser un Mariano diferente y estar riéndome tres horas seguidas con esta gente. Y se me pasaría volando el reloj, el tiempo. Siempre se pasa volando el tiempo cuando uno no está atascado en el lodo de la angustia”.





Capítulo 3- Marianito



Donde estas marianito, donde estas
Que ya no sabemos que pensas,
El día y la noche aclaran un poco
Tu vida a través  de un manojo
De sueños rotos y esperanzas falsas
De rutina a través de migajas
Que nos da el tiempo para poder crear
Algo de lo que no nos podamos quejar

Y ahora se te ve caminando sin rumbo
Ahora se te ve esperando tu turno
Vos que tenías tu culturita de bolsillo
Vos que te sentías como el color amarillo
Porque es violeta ser ignorante
Ahora tus libros te quedan grandes,
Pobre marianito, pobre tu enjambre
De dudas que te atraviesan como
Pequeñas abejas  con modales

Pero las rachas terminan y los tiempos
Dejan de ser tiempos y se convierten
En cuerpos destinados a encontrarse
En besos que aun no pueden darse,
En libros que aún no se leyeron
En cuentos que aún no se escribieron
En guitarras desafinadas sin tocar
Pero ahora marianito, solo estas.

Seguí caminando, seguí tu viaje
Busca ese sueño que contaba tu madre
Borra esos miedos que tenia tu padre
Pensa un poco y podrás creer y ver
Que un hombre se hace al padecer
Esto que te pasa marianito, al fin
Podrás ser el muerto y podrás ser el rey.






Capitulo 4-  El viejo

 Eran las 4 de la tarde cuando Mariano llegó a la terminal de colectivos y sacó su pasaje hacía Buenos Aires con el objetivo de ir a encontrarse con su hermana a la cual no veía hace meses.

“Espero que me reciba bien. Aunque lo hará. Ella siempre hace eso. Si me perdono por todo lo que le hice de niños me recibirá bien. Luego de lo de que sucedió en lo de Jeanie en su casa es el único lugar en donde me podre quedar”.
Mientras esperaba que llegaba el colectivo un anciano se acercó y se sentó al lado de él. Mariano y el anciano comenzaron a desarrollar un dialogo sobre  lo único con que se puede iniciar una conversación con un desconocido: El clima. El clima es algo que afecta a todos y que todos sentimos igual, entonces en ese comienzo del diálogo con el desconocido (hablando sobre el clima) no puede haber contradicciones, porque si llueve o hace calor es igual para cualquiera. Sin contradicciones, así comienza la comunicación.
El anciano, que se llamaba Carlos, le pregunto a que se dedicaba, y ante la respuesta de “estoy desempleado” de Mariano, le ofreció trabajo en un bar en capital, del cual el anciano era el dueño.
Mariano,  perplejo por la generosidad del viejo, no puedo dar una respuesta concreta.
-Gracias, señor. Es muy amable su propuesta pero lo tendré que pensar. Estoy en una etapa de reflexión, pienso todo.
“Uh, este debe ser un loco. Pero no un loco como yo, este es un loco de verdad. Además es pelotudo ¿Cómo me va a ofrecer trabajo si hasta hace veinte minutos no tenia conocimiento de mi existencia? Oh, pero seguro algo trama. El pelotudo soy yo, que me creo el cuento de que su ofrecimiento viene de una peligrosa y tonta generosidad. Algo raro hay acá.”
-Disculpe señor, pero… ¿Por qué me ofrece este trabajo sin siquiera conocerme?
-Te lo ofrezco porque si te conozco pibe. Esa mirada, todo, conozco todo. Yo a tu edad andaba como vos así, perdido, solo. Y uno después de tantos años cuando ve a una persona que esta pasando por lo mismo lo nota, entonces te quiero dar una mano. Además realmente necesito un empleado.
Mariano se quedo callado.
“Por Dios que mal que juzgue a este tipo, sin conocerlo. Que desconfiado que soy, este viejo es una persona generosa, y yo por falta de generosidad no puedo reconocer que hay gente que ayuda.”
Cuando llegó su colectivo Carlos tomo un asiento del fondo y Mariano se sentó al lado de una linda mujer, obviamente que no lo hizo casualmente.
Al poco tiempo que el colectivo emprendió la marcha Mariano y la mujer comenzaron a hablar y noto de parte de ella un poco de coqueteo.
“Lástima que no es Jeanie, o que yo no soy otro. Pero es así, solo hay una Jeanie y un Mariano. Esta chica es bonita, pero simplemente no es, no puede ser. Ser es una sola. Ser es Jeanie.”


Capítulo 5- La esperanza.

Cuando llego a destino, a la ciudad de Buenos Aires, se vio algo atormentado por la cantidad de gente en las calles, y por la cantidad de gente que, se imaginaba, se encontraban en esos enormes edificios. Sin embargo, la idea de millones de personas (con sus problemas, con sus felicidades, con sus tiempos, sus ideas) en una misma ciudad (en la misma en que estaba el) lo reconfortaba y le daba una sensación de seguridad.  Pues entre tantas almas, entre tanto seres, entre tanto asfalto, el solo era una persona más, y todos sus problemas existenciales quedaban reducidos en proporciones microscópicas para esa ciudad, y el esperaba que así sea también para su corazón.

Antes de dirigirse al departamento de su hermana  Betiana, entró a un café, ordeno, y se quedo un tiempo, escuchando música que le pareció horrible, viendo a estudiantes leer, y hasta algunos discutir con la voz alzada sobre temas que él no entendía o que, tal vez, no le importaban realmente.
Cuando el reloj marcó la 6 de la tarde, calculó que su hermana estaría en su casa, ubicada en el barrio de Caballito, y entonces salió del café. Al caminar unas cuantas cuadras noto algo avergonzado que al irse no había pagado la cuenta. “Debí haber quedado como un loco, me deben haber visto como un caradura, un sinvergüenza cualquiera. Es raro que no escuche gritos al salir, tal vez, nadie me noto allí. Eso es peor que ser un sinvergüenza. Eso es no ser nadie.” Pensó Mariano algo triste, mientras caminaba velozmente entre la gente.
Finalmente llego al departamento su hermana. Al entrar lo recibió con un abrazo y le presento a su novio, Pablo. Era un hombre alto y de aspecto exitoso, con saco-corbata, eso solo lo usa alguien IMPORTANTE. Mariano se sentía frente a él un insecto. Pablo un hombre de oficina, de dinero, de gracia, y él, el pequeño Mariano, el pequeño hombre de pueblo, desempleado, sucio, solo, algo neurótico, CULTO PERO DESEMPLEADO, la sociedad utilizada para aturdir a las masas no dejaba lugar para alguien tan avivado como Mariano.
Cuando su hermana los dejo solos para ir a comprar un poco de comida, Mariano sintió su insignificancia más grande aún, ante tal hombre, ante tal EJEMPLO de hombre.
-Decime Marian, ¿a qué te dedicas?- pregunto Pablo.
- Estoy desempleado en este momento- contestó Mariano algo avergonzado, mientras se preguntaba por qué carajo este tipo le decía “Marian”. “Que burguesito”, pensó.
Mientras más hablaba ese hombre IMPORTANTE, Mariano sentía más asco, pero no asco hacia Pablo, sino asco hacia sí mismo, recodaba las palabras de la infancia “Espejito rebotín”.
-Y tu hermana es realmente una mujer maravillosa, muy inteligente, seguro vos también lo sos. Sabes Marian, ella me hablo mucho de vos, muchísimo. Me dijo que sos un poeta, que sos de esos bohemios que viven enamorados.
-Bueno, no creo que sea así. Escribo un poco, pero no me considero poeta. En realidad cada vez creo menos en esos sentimientos, digo, por lo de “vivir enamorado”. En estos tiempos casi no vale nada eso, todos tienen tantos prejuicios, y colocan un esquema mental sobre las condiciones que tiene que tener una persona para enamorarse de ella, como que ropa tiene que usar, que música tiene que escuchar, que libros tiene que leer. Eso no es amor. El amor verdadero, ese que se sufre, ese sentimiento que se odia pero que se ama a la vez cuando uno lo posee, ese amor que uno acepta en su corazón pero a la vez lo rechaza, ese amor que hace que uno realmente vea a una persona, pero que la vea hasta el fondo de su alma, la vea hasta cuando no está ahí, la escuche hasta cuando no está ahí, ese sentimiento ya no se respira en las ciudades. Tal vez yo deba ser un idealista, pero me rehúso totalmente a creer en un amor que no haga sufrir y que no haga esperar.
En ese momento llego Betiana con la comida y comenzó a cocinar con ayudar de Pablo. Mariano quiso ayudar pero su hermana se lo prohibió, pues el era un “Invitado”. “Que parasito me siento” pensó Mariano.
Ya cuando estaban cenando, Betiana nombro a alguien que tal vez hubiera sido mejor no nombrar.
-Che Rino-ella llamaba a Mariano así- ¿Jeanie como está? Hace mucho que no la veo.
-Antes de venir estuve con ella. Está bien, sigue con su novio.
-Nunca me cayó bien ese tipo, ella no parece feliz con él.
Cuando escucho estas palabras,  Mariano sintió que dentro de él se encencía un faro de esperanza, de oportunidad. El tenía que hacer justicia, debía hacer feliz a Jeanie, ella se lo merecía, el era el elegido para sacar a ese estúpido del medio, y quedarse con ella. No por egoísmo, sino porque el tenia la certeza de que lejos de él, ella sería mucho más feliz, y ahora que escucho esas palabras de su hermana, sentía esa idea con mas convicción.



Capitulo 6- El enemigo.

Cuando despertó, al estar su hermana y Pablo durmiendo, decidió salir un rato a caminar, ya que había un sol cálido, y ese aroma que solo las mañanas poseen, ese aroma a nuevo, a comienzo, a esperanza. Mariano no sabía que esa mañana sería tan definitoria para su pensamiento.
Caminaba en esa enorme ciudad, que era tan diferente al lugar donde vivía. El ruido de los autos lo molestaba, también los edificios ocultando el cielo, pero sin embargo, esa ciudad parecía mágica, llena de historias, llena de cultura urbana, que tal vez a él le gustaba por no poseerla.
Aunque de repente, vio algo que en ese momento (en su egoísmo) no desearía haber visto nunca, o por lo menos no volver a verlo nunca más. Vio niños comiendo de la basura. Esa imagen realmente le destrozó el alma. “No puede ser, esto no puede estar sucediendo. Que horrible, quisiera hacer algo.”. Mariano llevo a los niños a comer algo, a que tuvieran un desayuno, luego se despidió de ellos. Por un momento quiso llevarlos a vivir con él, para no sentirse tan INÚTIL. Pero esa idea no cambiara nada, era absurda. Eso no evitaría que miles de chicos sigan pasando hambre en el mundo. Cuando regresó al departamento de su hermana, luego de almorzar, reflexiono un poco en silencio, en la cama. “Ya no hay que luchar contra los militares, no hay que luchar contra la iglesia, no hay que luchar contra la corrupción. Lo primordial es luchar contra el TEMIBLE CAPITALISMO INTERNACIONAL. Eso es lo que destruye este planeta, lo que destruye a los hombres, el capitalismo como herramienta (y excusa acaso) del deseo Hegeleano del hombre. Es lo que causa tanto egoísmo, tanta desigualdad, además de destruir los recursos no renovables del planeta. Además de imponerle modas e ideas de lo mas superfluas a los hombres. Además de co-lo-ni-zar sus ideas. El temible-terrible capitalismo, el que aturde a los hombres, el que los aleja del ser, el que los contenta con nimiedades, el que no deja ver el sentido esencial de la vida y, si es que la vida no tiene sentido, el que no deja que las personas le den un sentido ORIGINAL a la vida. Un sentido más allá de toda barrera, un sentido que satisfaga al punto de no necesitar consumir nada más que lo esencial para la vida (la comida, el agua,  etc), un sentido que de paz y deje tiempo para la contemplación del universo. El capitalismo nos aturde, nos desespera para que apabullemos nuestra desesperación en gastos, en consumo, que solo sirven para enriquecer a unos poco, distraer a muchos, y matar de hambre a…los suficientes como para que esto termine. El capitalismo es el enemigo del ser.”