viernes, 30 de marzo de 2012

Una mañana cualquiera de Mariano.

"...Luego del sueño despierto, abro los ojos y vuelvo a ser yo. Yo-en-la-mañana, donde todo es intemporal mientras permanezco petrificado en mi cama, observando el techo y cuestionándome el sentido de las cosas que me suceden. Busco un significado que pueda ayudar a totalizar los sucesos de mi vida para indicarme una dirección, tal vez un destino. El significado de las botellas de scotch medía vacías, de la ropa caída desde las sillas y las camas, de los libros aún no leídos reposando sobre el escritorio. En fin, todos esos significados, los que en verdad importan; es decir, los significados de las pequeñas cosas que aceptamos cotidianamente sin inquirirlas lo suficiente como para dejarlas desnudas, como para llegar hasta su médula. Vivimos aceptándolas nada más que porque están ahí, sobre nosotros. Las aceptamos porque nos infestan. Los diarios con sus diarias tragedias, el desayuno antes del trabajo, los mensajes recibidos, los mensajes enviados, las guitarras desafinadas, la ventana, la puerta, el dolor, la felicidad, la familia, los amigos, el país, la literatura francesa o inglesa (tal vez hasta argentina), la democracia, la ciudad, el río; en fin, todas nuestras infinitas "aceptaciones", legitimizadas por nosotros hasta el hartazgo. No hay ni sentidos ni significados. Y esto deja lugar para lo absurdo que es lo que me gusta y me divierte, pero que también me aliena; es entonces ahí cuando noto que vivo en una comedia, donde siempre soy el protagonista exagerando todos mis rasgos, posando, jugando a ser el que soy. Sin embargo ya todo me da lo mismo. Las paginas de Camus marcadas con lápiz, el disco de Zimmerman que apenas si se escucha, la estufa que calienta los muebles y, como siempre, queda el resto de amor de Jeanie destruido y esparcido en la habitación como un cristal, que tan maravillosamente dejó como una estela, y que ahora esta allá, mas lejos, gracias a mi, debido a la desilusión,,a no permitirme volver a creer en ciertas cosas. Ya no puedo soñar que el amor arreglara todo. Las cosas no cambian nunca. Y por eso me alejó, por tener la certeza no poder cambiar nada, por miedo a perder nuevamente. Sin embargo ella esta ahí, en algún lugar buscándose, queriendo encontrarse, tal vez como yo, tal vez como todos nosotros. Siempre buscándonos."

miércoles, 7 de marzo de 2012

Simpatía por Woody Allen.

Tengo una incesante simpatía hacía los personas de las películas escritas por Woody Allen. La mayoría de los personajes son similares unos con otros, y creo que esto se debe a que todos son el alter ego de Allen.
En estos personajes conviven el miedo a la certeza de la muerte, el miedo al misterioso infinito e indiferente universo, el miedo a la falibilidad del amor, etc. Estas cualidades convierten a los personajes en hombres frágiles,   sensibles, nerviosos e inteligentes. Tanto es el miedo de estos personajes al amor, por ejemplo, que uno de los personajes admite que prefiere el sexo, ya que el sexo "libera las presiones", en lugar del amor que las crea. También esta el ateísmo. Allen muy al contrario de las ideas religiosas, cree que el universo es todo caos, toda suerte, tal como lo describía Nietzsche.  Una de las frases de Allen sobre su ateísmo es, "Dios no juega a los dados con el universo, juega a las escondidas".
En fin, todo esto hace que yo diga que Allen describe al típico ser humano auténtico de Heidegger, por eso, yo digo: ¡Siga deleitando Woody!