martes, 17 de abril de 2012

La realidad como constitución subjetiva- Ensayo- Introducción.

"Cuando hablamos de filosofía hablamos de la totalidad de lo real."

En verdad, la definición de la filosofía debe reducirse a que es puramente la intención del sujeto por lograr una interpretación y una conceptualización de la realidad. Es la búsqueda constante de conceptos y definiciones que puedan ajustarse a la realidad, de ahí que se nombre "búsqueda de la verdad", pues la verdad no es mas que un concepto que no encuentra contradicción alguna con la realidad. La realidad se nos presenta y la filosofía lo que hace es "encerrar" esa realidad que se nos ofrece utilizando el lenguaje como celda (por eso la problemática lingüística tiene tanto que ver con la filosofía).
Cuando un sujeto piensa la realidad siempre la piensa desde su subjetividad. El conocimiento se cierra en nuestra subjetividad, nunca es objetivo, porque para que que el conocimiento sea objetivo nosotros tendríamos que dejar de ser seres en medio del mundo, es decir, tendríamos que dejar de ser hombres.
Pero, la pregunta que nos haremos aquí es la siguiente: ¿Cómo se nos entrega esa realidad? 
La realidad se nos entrega mediante la percepción. La percepción es en la filosofía el concepto mas importante por excelencia, ya que ella es el puente entre el mundo y el sujeto. La percepción es un puente entre el sujeto y la realidad. Por ella nos es posible interpretar, transformar, y hasta crear la realidad.
¿Por qué crear la realidad?
El sujeto no constituye a los entes (recordemos que un ente es todo aquello que el sujeto no es) que habitan la realidad. Estos entes existen independientemente de la percepción-experiencia del sujeto, son objetos a priori, por ende tales entes-estos constituyentes de la realidad no son afectados en si mismos por nuestra experiencia (de ahí que se diga que el conocimiento no cambia ni afecta en nada al ente). 
La realidad es, entonces, la interpretación organizadora (de mundo) que el sujeto crea utilizando la percepción de su afuera, o sea, de los estos, es decir, de todo lo que el sujeto no es.

viernes, 6 de abril de 2012

Sobre Tken-Tsu y la desaparición del imperio Samoria.


Los escándalos de Tken-Tsu, Emperador de Samoria, han quedado registrados en varios libros. A causa de la cantidad de dichos libros y a la variedad de sus autores es correcto considerar que Tken-Tsu ha sido una de las figuras preferidas de los escritores de Europa Oriental durante el siglo VII y VIII.
Samoria fue un imperio cuya desaparición  fue abrupta y veloz. Esto produjo que su cultura, actualmente, no pueda ser históricamente reconstruida por completo. En la actualidad sólo los más expertos filólogos e historiadores poseen información sobre esté imperio, aunque la información poseída es totalmente escasa en comparación a otros imperios de la misma época. Intentare transcribir en este texto algunos fragmentos que nos ayuden a comprender mejor la personalidad de Tken-Tsu y las características de su imperio:
·         Uno de los temas más discutidos actualmente es el de la religión que profesaban los habitantes del imperio. Varios escritores han redactado sobre este tema, sin embargo, creemos que el texto más profesional hasta la actualidad es el que aparece en “Historia de las religiones politeístas posteriores a Cristo” del teólogo ingles James Woodson. Cerca del final del libro se lee este corto fragmento: “Los habitantes del imperio de Samoria fueron el pueblo más propenso a creer de todos los que he estudiado en mi entera vida. Cualquier superstición o mito que escuchaban de algún viajante lo tomaban como propio y lo incorporaban a su cultura. Sin embargo la mayoría de los poemas de estos habitantes están dirigidas al dios Mikfo que, según los poemas, era el padre de todos los dioses y su adoración brindaba suerte en los largos viajes y en las batallas. Se le rendía un tributo anual que consistía en pescado y frutas, siempre llevados a la montaña por la mujer más joven y hermosa del imperio, que variaba cada año, acompañada de dos niños y tres niñas.”
·         La extensión del imperio es considerablemente pequeña. Algunos autores afirman que abarcaba el mismo tamaño que la isla de Hong-Kong.
·         El clima era frío siempre. En las épocas de nevada era imposible acceder al imperio. Muchos de los pobres morían al no tener refugio del frío. Su cuerpo era dejado en la nieve hasta que en la primavera lo recogieran y lo tiraran al río Husefr, que se decía, era la ruta hacia la vida eterna. 
·         Una de las obsesiones más frecuentes del Emperador Tken-Tsu era la de la búsqueda de una poción para enamorar. Según el libro “Pociones del amor: Alquimia espiritual”  del escritor francés Jaques Louis el Emperador era totalmente desdichado a causa de un amor no correspondido: “Tken-Tsu no dormía por las noches, no por planear batallas como otros emperadores, sino por retratar en sueños de vigilia a su amada, la hermosa Kije´r, una plebeya de tez blanca y ojos negros  tan profundos como la muerte misma. Mensualmente se reunía con oráculos, magos, hechiceros y alquimistas para crear algún tipo de brebaje que lo ayudara, ya que Kije´r no se enamorada tan fácilmente. Tken-Tsu le había ofrecido a su amada todas las riquezas y el poder que un emperador puede ofrecer, pero la muchacha, al ser tan noble, se negaba a aceptar. Su padre le había hecho jurar antes de morir que ella se casaría solo con un hombre que amara, y las riquezas no compran el amor. Dicho esto Tken-Tsu quedo destrozado pero no inmovilizado. Decidió crear una corte para buscar la pócima del amor. Nunca la encontraron. Kije´r se casó con un comerciante y Tken-Tsu los decapitó a los dos una semana luego del casamiento. Años después Tken-Tsu se convertiría en un tirano y quemaría su propio imperio.”