jueves, 24 de noviembre de 2011

Ema. Hay que saber soportar.

Se puede percibir en las fotografías viejas cierto tinte sepia, un color que inmediatamente se asocia con la tristeza y la melancolía, aún más si la fotografía vista retrata el rostro de un ser que alguna vez hemos querido y del cual ahora no poseemos conocimiento alguno, solo el de que mora indiferente como tantas otras personas en el mundo, pero que aún así, no es solo otra persona. Y ahora estoy observando una de esas fotografías que nos tomamos hace tantos años que ya no recuerdo si estoy viendo en la fotografía a la persona que hoy veo frente al espejo. ¿Seremos ahora aquellos que fuimos antes? Según Heráclito, no, que casi sin piedad me dispara esta cita:Nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña”. Su cita es para mí, en este momento, realmente dolorosa.  Neruda, tu poeta, ya lo dijo en un poema también: “Nosotros los de antes ya no somos los mismos”. Ahora sé Ema, querida, bella Ema, que jamás volveremos a ser los mismos, aunque recorramos todos los caminos que recorrimos, aunque nos besemos en todos los lugares donde nos besamos, aunque hiciéramos una especie de Bloomsday, jamás serás la Ema que se encuentra en mi recuerdo. Los lugares y las acciones no nos devolverían nada. Ema, nadie nos va a devolver nada. De todas maneras me rehúso a buscarte en otra mujer. Ninguna tendrá esos ojos que eran capaces de detener a la horda de dudas y miedos que asechaban mi espíritu. Una mirada, una palabra, un beso tuyo (boca, labios, papel de fumar) y todas las inseguridades existenciales caían ante la seguridad de tu cuerpo sobre el mío. Tu cuerpo, igual a: todas las preguntas contestadas. Entiende el amor Ema, lo entiendes. Yo no. Dos opciones:
A)     A)Amor como dador ontológico del ser. B) amor como olvido total del ser.
¿Me olvidaba de mi yo cuando estaba contigo Ema, o tú eras la que me otorgabas mi yo? Ahora eso no debe importarte. A mí en verdad no me importa. Solo sé que se escucha un tango.

Mis penas dadas aquel ayer
No deberían ser mías sino de el
Que duerme en la cama de una mujer
Que no le otorgará ningún placer.

Ah, música para los que duermen en camas vacías: hermosa compañía. No sé porque escribo una carta para ti que nunca leerás. Tal vez tengo la esperanza de que algún día vuelvas aquí entonces la veas me mires y sonrías. Mejillas rojas. Besó húmedo. Mate y bizcochos conmigo. Te extraño a ti. No extraño a todas las mujeres con las que estuve. Te extraño a ti. No hay compa-ración.  No hay razón en sufrir, tampoco en amar. Tampoco hay razón en nacer o en morir. Las verdaderas reliquias de esta vida Ema, son esas, las que carecen de razón. La que ningún hombre podría encerrar en un concepto. Las que solo se pueden apenas-describir-apenas (ah! Penas!) Con el arte. Donde no hay razón, hay arte. Donde hay vida, hay arte. Donde hay amor, hay arte. Donde hay sufrimiento hay arte. Donde hay muerte, hay arte. Hermosa herramienta, dada como un machete para atravesar la selva. Hay que saber esperar y soportar Ema. Duermo con el tango.

Que duerma con el que yo silbo
Este hermoso y triste tanguito
Mujer que no logra quedarse
En la cama con un solo amante.

Al azar 3

Metempsicosis. Origen griego. Creencia de la transmigración del alma. Etimología: latín: meta (después) pysche (espíritu, alma). Una de las dudas que siempre asechó a mi persona tiene que ver con la reencarnación. ¿Es posible reencarnar? Yo podría haber sido algún jefe aborigen. Lo consulte y parece que fui eso. Pero si lo he olvidado no lo pude haber sido. Para ser hay que tener consciencia de que se es o de que se fue.
¿Que une a un líder aborigen con mi persona? Líder por naturaleza. Acuariano: creativo, revolucionario, libre, líder, conmovido por las desigualdades sociales. Parece que mi signo del zodiaco representa muy bien al jefe aborigen. Tal vez a un Tupac Amarú. O algo así. Pero yo no tengo capacidad de liderazgo o de creatividad. De todas maneras no pienso escribir sobre las cualidades que me faltan (oh, ya lo hice), no necesita eso mi autoestima. Si luego de luchar contra la colonización de América, yo no puedo conservar en mi recuerdo, en mi consciencia, un solo grito, una sola cara, una sola lucha, es la prueba de que nunca fui nada más que lo que soy ahora. Nada de jefes, ni de líderes, solo Facundo.
Luego, veremos finalmente que somos, como se dice, el tiempo entre una nada y otra nada. Y que la vida posee un solo objetivo: experimentarse. Es una realidad que debe ser experimentada.
Efímeros, demasiado efímeros. El amor nos da cuenta de eso. Cuando se termina es como una pared que nos demuestra lo fútil de las cosas. El amor es la pared que nos marca un límite, que nos dice que siempre vamos a cesar, que siempre hay un lugar al que no podremos llegar, que siempre hay un tiempo que no compartiremos con una mujer, que siempre hay un cuerpo que no podremos poseer.
De todas maneras esta siempre el arte, que es eterno. Es la única forma de alcanzar la inmortalidad. Y si no es la única, es la más hermosa.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Poema

Si luego de lo que pasó,
Entre los dos,
Una gota de rencor
Toca mi corazón,
No creas que logrará
Llevar tu recuerdo al olvido,
No creas que logrará
Destruir lo que construimos.

Si luego la distancia
Me impide ver tu rostro,
Si luego tu indiferencia
Me deja aquí solo,
No creas el tiempo logrará
Hacer que olvide
Todo lo que alguna vez
Me dijiste.


Si el amor que soñaba
Fue una mentira
Si tus ojos me veían
Con lástima impía
No creas que no soy hombre
Para poder decirte
Que siempre ame
Todo lo que me diste.

Jamas volverás a cruzar
esa calle, la mía
no volverás a la plaza
donde mis ojos veías,
Jamás volverás por acá
porque esos brazos (que abrigan
tu cuerpo hermoso de ninfa)
te arrancan de mi vida.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

El fantasma Beatriz.

Se comentaban en el barrio Esmeralda, donde Mariano paso su infancia y juventud, unas frecuentes y diversas apariciones sobrenaturales. Cada calle poseía su fantasma. Las calles más oscuras poseían fantasmas blancos, las calles de mucha luz poseían fantasmas verdes, y la calle General Perón poseía a un ferviente fantasma montonero. Esto son solo algunos espectros de los muchos que andaban por allí. El número era incierto, a decir verdad, se hablaba de cifras de entre diez a cincuenta fantasmas. Algunos extremistas afirmaban que los fantasmas no eran en verdad fantasmas, en cambio, eran las verdaderas personas vivas y los vecinos, los muertos.  
Los fantasmas solo se cruzaban una vez al año, se elegía una esquina del barrio y juzgaban los mejores sustos para elegir a un ganador. Yo supongo que habría alguna clase de premio para el que había producido el mejor susto. Llantos, gritos, insultos, orina. Ese estilo de cosas.
No había en el barrio vecinos, valientes o cobardes, que quisieran cruzarse con algún fantasma. Sin embargo, existía un solo fantasma que era buscado: Beatriz.
El fantasma Beatriz fue en vida una mujer que se suicido al no poder volver a ver a su marido, que había fallecido en la guerra. Carecía de forma humana propia, pero al encontrarse frente a  un hombre o una mujer, podía tomar la figura del ser amado de esta persona. Imaginemos el deseo que siente cualquier persona de volver a ver a su amado o amada. Pero existía un problema: Beatriz nunca caminaba por la misma calle, ella era el único espectro libre.
Era normal ver en la madrugada desdichados de amores no correspondidos caminando por las calles, buscando al fantasma que le pueda satisfacer el deseo de ver a su ser amado, aunque sea falsamente y por pocos minutos.
Como todo joven de ese barrio, Mariano sufría por amor, y las noches en que recordaba a su amada (todas, durante muchos meses) caminaba por las calles buscando. Solo tres personas fueron capaces de encontrar a Beatriz y el, como tantos otros, tenía la esperanza de ser el cuarto.
Como todo triunfo es fruto de la insistencia, Mariano logro al fin encontrarse con Beatriz. Estaba vestida de blanco, y tenía la forma de ella, de la mujer que el amaba. Mariano al verla corrió, y la alcanzó algo agitado. Si, Beatriz era parecida a ella, igual a ella, pero no era ella.
Cualquier enamorado es inmune a lo falso, a la imitación. Todos los enamorados conocen el verdadero valor de lo real, lo único. Mariano miro a sus ojos y no vio los ojos de la mujer que lo había abandonado hacía algunos meses. Mariano vio los ojos de Beatriz y no vio nada. Se marchó a su casa.
Nunca más volvió a buscar a su amada en otro lugar que no sea en su propio recuerdo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Antúnez.

Hace ya varios años, en los bares que solía frecuentar de joven, se comentaba a menudo la desgraciada historia de un malevo de apellido Antúnez. Un hombre al que supieron respetar en la llanura. Intentare escribirla para el recuerdo de la posteridad, o simplemente, para el mío.
Se decía que su familia provenía de Portugal. Viajaron hacía España y luego llegaron aquí, a La Pampa, cundo aún los campos no estaban cercados con el alambre de opresión.
De su infancia no he escuchado mucho (dudo además que mucho se sepa), solo que el pequeño Antúnez se divertía montando a los caballos y que en poco tiempo llegó a ser un experimentado domador. La naturaleza le sentaba bien. En su juventud, ya adolescente, era normal verlo mateando y disfrutando del crepúsculo de la tarde. Era pacífico pero poseía gran habilidad para el cuchillo, resultado de tardes mirando absortó y asombrado el filo de una faca.
Cuando llegó a los dieciocho años de edad, su padre murió. Colmado de dolor llegó con su madre a nuestro pueblo. Era un joven taciturno y no se relacionaba con nadie. Incluso cuando se lo veía en los bares era normal que no hablara, aún entre el bullicio de los gauchos, con sus juegos de cartas y de perros, el permanecía en silencio y solo. Tenía dos debilidades: el alcohol y las mujeres.
En los prostíbulos encontró, lo que quizás inconscientemente buscaba, lo que marca a todo hombre para siempre: El primer amor.
Era una muchacha joven (algunos hombres me comentaron que era aún más joven que él) regordeta, y alegre. Era la favorita de todos, pero para Antúnez, que yacía bajo los efectos del amor, era la única.
En las noches que estuvo con ella, no solo disfrutaban relaciones carnales, si no que Antúnez pagaba incluso solo para hablar con ella, lo cual desesperaba a la hermosa mujer, que era toda una profesional y acostumbraba a cumplir su trabajo sin palabra alguna. Entonces, mientas a ella le ganaba el sueño y el aburrimiento, Antúnez le prometía sacarla de ese lugar, sin notar que a la joven muchacha esta idea no le producía ningún sentimiento alegre. El creía que sus respuestas  desesperanzadas eran solo el producto de promesas incumplidas de otros hombres que llegaron antes de él.
Luego de varios meses Antúnez se decidió obligarla a que ella dejara su oficio. Apareció en caballo prometiéndole una vida mucho más rica y más cristiana. Ella no aceptó, una vida desconocida no valía para ella más que una vida que ya le pertenecía, que era suya. Esto por supuesto llevó a una discusión, y los gritos llegaron hasta los oídos de los gauchos que bebían en el bar. Ellos no pudieron aceptar la ofensa del muchacho nuevo en querer llevarse a la favorita. Entonces comenzó un duelo con cuchillos. Tres gauchos contra Antúnez.
Al momento del crepúsculo el último hombre cayó al suelo. El joven portugués había derrotado a los tres paisanos. La joven prostituta al ver semejante acto de hombría y valentía corrió a declararle su amor al joven. Antúnez la insulto y le ordeno que volviera al prostíbulo. El ya había sentido el filo del cuchillo en la piel y había experimentado el asesinato. Esas cosas que anulan el amor. En esa pelea sintió algo más satisfactorio, mas profundo, y mucho mas real que el amor, y esto lo convirtió para siempre, en el malevo Antúnez, el portugués.

jueves, 10 de noviembre de 2011

De todas las traiciones fuiste la mejor,
la mas linda traidora en el amor,
regresaste al infierno que deseabas,
con el encanto de tu alma y de su alma.

Que se quemen las esquinas y moradas
donde tu amor con el de él jugaban,
¡no saben de dolor las felices parejas!
¿¡que sabrán tu y él de la tristeza!?

Si, el eterno solitario sigue aquí
escribiendo, de algún modo muerto,
dos tristes almas juntas
(las de ustedes)
valen mas que la de uno solo
(la mía que envejece)

miércoles, 9 de noviembre de 2011

El predicador y el rey.

Interrumpen al hombre que predica,
(Que expuso hoy sus mejores palabras)
Le tapan los ojos y los llevan sin ropaje
A lo que será su destino inefable.

Yo lo miro desde lo alto de mi torre,
Hecha de cristales o de soles,
Mientras  árboles sirven de guardianes,
Como caballeros verdes formidables.

El sol cae en el mágico ocultamiento,
Crepúsculo hermoso que refleja de luz a las aves,
El sol se apaga y el que predica sabe,
Que ellos apagarán también su palabra esa tarde.

La luz que vio no era la de un ángel
(Ellos no podrían salvarle)
La luz era la de la hoguera
Que comenzaba a consumarse.

Las personas como buitres se agolpaban,
Se empujaban para ver el espectáculo
Del gran predicador de palabras santas
Que moriría esa tarde en aquel patio.

Desde lo alto de mi torre, la ventana abierta
El viento que llegaba a penetrar mis ideas,
Trajo tristeza al saber que el hombre aquel
Moriría por creer y tener fe.

No grite cuando sucedió
Eso que a la gente le gustó,
No grite pero lloré,
Lloré del ocaso al amanecer.

domingo, 6 de noviembre de 2011

El enamorado y Satanás.

Se cansó de tener que pedir explicaciones y se marchó. A las explicaciones las necesitaba, pero ahora necesitaba un cigarrillo. Saco uno, el último, del bolsillo. Lo prendió algo temblando por el frío o por la violencia de la situación. Hay que decir que lo violento de la situación fue que ella estaba tranquila, y el, abrumado, desbordado, desorientado, y hasta perdido, convencido de que la mujer que estaba frente a él, a la cuál sometía a interrogativos que ella no contestaba, no era la mujer que tanto amo, y peor, que tanto lo amo a él. Pero ese convencimiento era un convencimiento irreal (como el de un loco que está convencido de ser San Martín).Ella era ella, él era él, y el otro tipo era el otro tipo. Y encontrarse los tres en una misma habitación era el colmo, era lo absurdo del universo, la comedia y la tragedia, todo un horror digno de una novela barata. “Si al menos yo no hubiese reaccionado como el protagonista de la novela barata, carajo.” Pensó mientras cerraba los ojos para no tener que ver el humo del cigarrillo, que era azul y fantasmal, y se confundía con una posible emanación o representación de sus pensamientos.
Miro el puente y se horrorizo al no saber porque justo después de eso momento había decidido salir corriendo (corriendo, eso era lo peor) hacía el río. Como un impulso, como un instinto de salvación. Sin embargo el impulso no lo llevó a tirarse, solo lo dejo ahí petrificado, fumando y contemplando el río, a oscuras y con un frío de puta madre.
La entrega y la pobre devolución lo desilusiono.  No le importaba que ya no viera su cara, o que no sintiera su piel, le molestaba (como siempre) la traición, el ocultamiento de la verdad por cobardía. La infidelidad no es otra cosa que eso. Ojos que no ven corazón que no siente, che.
Pero allí estaba el río como desafiándolo, como preguntándole si él se podía llegar a ser el héroe Sísifo, si podría levantar la roca aún estando consciente de que es inútil porque volvería a caer (este hecho no era una de las tantas veces que la roca había caído), o si era capaz de la estupidez o inteligencia (que línea delgada las separa) de entrar en el río, hundirse, escupirle en la cara a la vida, decirle “vida no me importas un carajo, regalo divino mira lo que hago con vos”.  Pero no era solo por una mujer, era por él. Por lo que se había convertido. No la culpaba, no se puede estar con un hombre de su perfil. Analizo las opciones y eligió no suicidarse, más vale malo conocido que bueno por conocer. Ahora se iba a sentar en la plaza, pateo una piedrita, cayó en el río, se imagino a él cayendo al río y de nuevo la idea del Aqueronte se hizo tentativa. Pero no, en las profundidades húmedas del agua y la muerte no se disfruta tanto como en la plaza principal, viejo. “Lo mejor sería ir a escuchar alguna banda musical, de pobre fracasados como yo, y ponerme a escuchar. Son fracasados pero aún así son mejores que yo, yo escucho, me siento, ellos allá arriba, que posición formidable la de arriba de un escenario. Superioridad sin objeción y sin culpa.”
Entro en un bar que no conocía, triste, lúgubre. De lejos vio un tipo que parecía un empresario de mucha guita, de cerca noto que era el mismo Satanás, igual no había mucha diferencia.
-Nos volvemos a ver, Mariano. Una copa para mi amigo, una copa de…
-De Whiskey. No me digas che, esto de la piedra me tiene mal.
-Se cayó otra vez. ¿No?
-En un cuarto de hotel. Uno grande, musculoso, cara de tonto, con poca calle y mucha falopa.
-Ah, las mujeres, Marianito. Las creamos yo y el de arriba, antes del destierro, viste. El les dio muchos dones. Yo solo necesite darles uno para que se convierta en el mejor y en el más usado.
-La belleza.
- No querido, el engaño. La licenciatura en engañar, viejo.
-Qué lindo trabajo fue el tuyo. Las de almas que habrás colectado por ellas. Ninfas chupasangres.
-El amor eterno de una mujer. No hay tonto poeta que no ceda su alma por eso.
-¿Y al revés?
-No, el hombre es el único ser tan estúpido para no entender que para el triunfo en el amor solo hace falta bailar bien. Hasta algunos animalitos lo saben. El pavo real no, a él le basta unos buenos colores. Que animal ese.
-Hermoso. Como lo era ella, amigo, brindemos. Lástima que yo no tengo colores.
-Y que ella no es una pava. Mira, si lo deseas tanto me pongo formal y te ofrezco su amor. Tu alma después de tanta filosofía no vale mucho. Entendelo como un favor mío, porque en realidad es una estafa.
-No gracias. El amor no es eso. No puedo serlo, tiene que ser otra cosa. Aunque no lo sé.
-Que sabrás vos, cornudo. Recién en el río se te cruzo algo por la cabeza. Eso es regalármela, no vendérmela.
-Nos vemos che, tengo que ir a olvidarme de ella. Olvidar es un trabajo horrible, de eso vos sí que no sabes.
-Quedate a escuchar un tango, querido.
-Otro día, ando apurado.

sábado, 5 de noviembre de 2011

No olvidará.

Después de la lucha conoció el goce
de entender que no se gana en esta vida
si no se tiene piedra en el corazón,
si no se tiene hiel en la razón.

No se tienen preparadas camas tibias
para aquellos hombres insanos como el
los vencidos con sus zapatos (los de el)
rotos, sucios, desgarrados de perder.

Él fue uno de ellos, un caminante…
no llevaba verdades en mochilas,
pero,
no le molesto el peaje del amor
que encontró en los ojos
de alguna mujer que conoció.

Muchos hombres habrían querido
estar en su lugar de amante
tanto se mintió cuando decidido
amar a una mujer que no lo ame. 

Error de poetas y de tontos,
error de idealistas y valientes,
error, tan terrible como la muerte
que, como el, odia el amor y lo padece.

Así conoció lo dulce del dolor,
que siempre viene acompañado
del consuelo de saber que los hombres
nacen para amar a esas mujeres-cuadros.

Esos cuadros que son las mujeres,
mujeres como ninfas y amapolas,
como llamas, y estrellas y también,
como luciérnagas curiosas.

Se puede pasar la vida llorando,
pero como dijo Alejandro,
la cura para el amor es correr
hacía otro camino, hacía otro llanto.

Saltar como un conejo,
de amor en amor,
de traición en traición,
de dolor en dolor.

Considera el caminante algo estúpido
recurrir al olvido para borrar el dolor
el olvido de ese amor sería mil veces peor
que recordar con dolor los labios que besó.


No olvidara que la vio 
cuando comenzó el año
no olvidara que vio el primer sol
y a ella, 
cuando comenzó el año.


No olvidara el reproche
de no saludarla una noche,
ella no sabe que el se asusto
porque vio el aleph en sus ojos
esa noche.


No olvidara que el azar 
nunca actuó con ellos,
sabe que la casualidad
no crea momentos tan perfectos.

No olvidara
la piel y la risa,
la noche y los días,
la luz en los arboles,
el comienzo inimaginable,
impredecible e inmodificable,
el llanto del final,
y el espejito que fue
y que ahora refleja
su eterno
recuerdo inmortal.


No olvidara que compartían
la tristeza
pero ella la del blues,
y el la del tango.

No olvidara los poemas,
las letras,
la música,
la alegría de saber que ella es única.

No olvidara lo aprendido,
(quisiera olvidar lo enseñado)
no olvidara que ha conocido,
la complejidad de la hermosura
y la simpleza de la ternura
en una sola figura.

No olvidara,
lo terrible de la perfección,
lo destructivo de un corazón,
lleno de dudas .

No olvidara el dolor
de una mordedura,
las marcas en la piel,
alguna noche fría y de luna,
la humillación de no poder ser,
todo lo que se necesitaba ser.

No olvidara el impulso
Y la irracionalidad
Con que se amaron
No olvidara que (desde siempre)
Ella fue la ficticia Jeanie,
Y él, el ficticio Mariano

Y si esta solo es por elección,
porque sintió algo de horror,
en la mujer que cuando sus ojos vio,
su alma descubrió.

Se queda con el dolor,
porque como dijo sócrates
(ella lo leyó en Fedón)
es lo que llega luego del amor.

Vence al infierno, caminante
vence al cielo, caminante
véncete a ti mismo, y dime
si al final, si después de todo
tienes coraje.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Al azar 2

Me siento vacío. Voy a aprovechar este momento para escribir. Quiero avisar que estoy usando el principio de indeterminación, significa que no se qué carajo escribir. Carezco de imaginación o creatividad. Hay personas que vuelan todo el tiempo, no entiendo como lo hacen. Yo estoy tan con los pies en la tierra, tan sujetado a la “realidad”. Y lo peor de todo es que estoy sujetado a una realidad que no si es real. ¿Qué realidad es real? Esta no lo es, debe ser una que me invente yo, vaya a saber uno cuando. No puedo precisar el momento en que me perdí. Tendría que haber nacido oveja como todos, che! Lo peor es que no siento un orgullo por mi manera de ser o de pensar. Es que no me ha dado frutos. No soy nada. Oh, cogito, ergo, sum , que mentira. Yo pienso, por lo tanto, no existo, no soy, no sum. Me convierto en espectador, en watching the wheels go round and round, diría Lennon. Al menos me queda el consuelo de que esto que soy me lo hice yo. A mí nadie me pensó, eh. Nadie me eligió los libros que leí, nadie eligió las películas que vi, nadie eligió las mujeres que ame, nadie eligió las cosas a las que me negué. Que consuelo, saber que uno es un desastre por culpa de uno mismo. Soy un desastre lindo, eso sí. Un desastre divertido y encantador, un poco cínico, un poco culto, un poco admirable. Siento que hay gente que me mira y cree que detrás de esto hay un tipo decidido, ideas bien claras, extremista, para mi blanco o negro, si o no, para mi o hay igualdad o no. Perón con su “estado de bienestar” no me va, Perón expropiale las tierras a los oligarcas, le tendrías que haber hecho caso a Evita. Que mujer esa, ya tenía preparada las armas para llevarle a los sindicatos. Claro que Perón la detuvo, devolvió las armas, y se quedo en el molde. Bueno, armas no igual, tampoco la pavada Eva. Me reflejo en su odio a la clase alta, nada más. Esas casas que uno que tiene que ver cuando camina es como un escupitajo en la frente. Es un “mira lo que tengo y vos no”. Pero claro, tiene justificado su dineral, ellos estudiaron, oh y en las mejores universidades, son pro-fe-si-o-na-les. Que palabra esa, sabes los profesionales que conozco yo. Del tango, de la opera, del arteeeeeeeee. ARTE.  Esos, los artistas, tienen ganado el dinero, ¿sabes por qué? Porque no lo quieren. Las únicas personas que tienen ganado el dinero son las que no le importa andar en un auto último modelo. Como a mí, me encanta caminar, uno no sabe que se va a encontrar. Tampoco se está preparado para nada. Salís desarmado así, tan libremente, es tan hermoso. Sin reloj, sin nada. Y pasa la gente que saluda, tan lindas algunas personas. Algunas que uno cree que no lo quieren saludar, pero pasan en bicicleta y te gritan. Qué lindo caminar. O dormir, descansar de uno mismo.  No tener que escucharse más. Es terrible escucharme a mí dentro de mi cabeza. Duermo y se calla la vocecita, pepe grillo se muere por unas horas. Que relax. Menos mal que tiempo de sobra tengo. Y si, es regalarle horas a la muerte. Como dijo mi tío a mi me encanta le regalo horas, días, meses. Bueno me canse, que transgresor esto de escribir che, ahora soy palabras, sin la materia esta que tanto nos pesa. Las células encadenadas formando un cuerpo que no nos gusta, que pesada es la materia. Chau