lunes, 16 de enero de 2012

Bosquejo de una teoría de la libertad-

Borges ha dicho, en su cuento "El inmortal", que el mejor placer era el del pensamiento, por su complejidad y su misterio. Yo he de mencionar, con el permiso de Georgie, otro placer aún mejor y que resulta mas real (mas físico, me atrevo a decir) que el mero pensamiento insustancial, aunque quizás sea un producto de este: El placer al que me refiero es el de la elección.
La elección no es otra cosa que el ejercicio de una libertad que ha sido dada al hombre por medio del razonamiento.
La libertad nos proporciona el goce de poder decidir cada una de nuestras acciones. Evaluamos las consecuencias, los beneficios, es decir los resultados, y así, de esta manera, elegimos cada acción que hemos de realizar. La libertad no consiste en estar fuera de una prisión; la libertad consiste en la capacidad de elegir, en la responsabilidad de elegir, y en asumir las consecuencias de esa elección. Incluso cuando nos vemos obligados frente a algo somos libres, porque podemos decidir obedecer a eso o no. Podemos elegir romper con la moral y ética establecida o no (véase el superhombre de Nietzsche). Podemos elegir morir o no (véase El Sísifo de Albert Camus). Podemos elegir vivir bajo la influencia de las masas o llevar una vida acorde a nuestras propias reglas (véase Ser y Tiempo de Heidegger). El ser humano siempre elige, incluso según Sartre  
"el torturado elige hasta cuando lo torturan".
Si, correcto, existen miles de factores que condicionan  nuestras elecciones (el estructuralismo ya las ha nombrado varias veces): el lenguaje, nuestra dialéctica heredada, el contexto político, el contexto social, el contexto geográfico, el contexto económico, la religión. Pero aún con todo esto, la libertad esta presente en nuestra conciencia, o al menos, puede ser alcanzada. Si esto no fuera así no existirían las revoluciones, las rebeliones. Se puede desviar la historia, se puede superar el periodo histórico en que vivimos. Así ha pasado varias veces en la historia, basta con solo ponerse a leer para darse cuenta que, mediante las cadenas de acciones y elecciones (toda acción es el resultado posterior de una elección) de varios sujetos, se construyeron cosas que superaron a las ya establecidas, de lo contrario aún estaríamos en la edad de piedra y de la rueda no habríamos hecho autos, y de las palabras no habríamos hecho poemas.

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