viernes, 3 de febrero de 2012

Pero no se preocupe hombre, la vida es hermosa!

Hoy va a ocurrir algo único: por primera vez, en este blog, se va a escribir algo optimista.
¿Optimista? Si, optimista. Yo se que mis fieles lectores (que me aman y me admiran) se preguntarán ¿Facu que paso con esos relatos insoportables sobre la tragedia al mejor (o peor) estilo Kierkegaard que nos brindabas?¿ No los vas a escribir mas? Bueno, no es eso, no se preocupen porque estoy trabajando un cuento (pero esta vez lo estoy trabajando bien) que va a poseer toda la tragedia humana que se que a ustedes les gusta pero, como todavía me falta para terminarlo, hoy escribo esto.
No entiendo porque últimamente estoy tan sensible. Les juro que nunca fui así; luego de mi infancia, donde lloré hasta el hartazgo, en la adolescencia tuve que construir, por necesidad seguramente, una personalidad fría, agresiva, crítica. Supongo que pretendía que esto me iba a mantener a salvo de mi sufrida sensibilidad, la cual la padecí (si, la PADECÍ) mientras era un pequeño chico que dibujaba e imaginaba demasiado. Pero me parece que ya a esta altura, a mis 17 años, estoy empezando a convertirme en un tipo sensible de nuevo. Hoy caminaba por la vereda y de pronto vi a una nena acariciando a un perrito y casi me pongo a llorar. Es muy estúpido, pero es verdad y merece ser escrito. No me pasa nada más viendo a nenes y nenas. A veces veo películas (como la otra vez "Cinema Paradiso") y empiezo a llorar, y si estoy con alguien me da vergüenza. Yo creo que esto de la sensibilidad sirve, no hay muchas personas que lloren por estas cosas, pero a mi, aunque me de vergüenza, me gusta hacerlo. Me gusta emocionarme por pequeñeces. Yo creo que nunca sentiste una canción sino te pusiste a llorar escuchándola. A mi me pasa, si, lo sé, dirán, TERRIBLE MARICÓN. Y bueno, soy así, pero entendí que así se disfruta mas. Creo, que se yo, capaz que no, pero a mi me sale eso. Supongo que ahora estoy bien, como dice la canción "Ya me ordene mi desorden". Bueno, en verdad todavía no ordene el desorden, pero estoy en buen camino. Me siento bien, contento, feliz. Yo pensé que nunca sería feliz, se lo debo a mucha gente eso. También a ustedes, a los que leen y comentan lo que escribo. Gracias de verdad, no me hagan llorar.
Un abrazo, su humilde escritor.

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