miércoles, 5 de septiembre de 2012

Poema II


Finalmente sucedió.
El tiempo luego de la espera
Trajo consigo la dorada flecha
Que borra heridas y tristezas.

Ni el rayo de azul eléctrico
Hubiera podido dar tanto brillo
Como dio la de tu tibia imagen
Que pinta ahora mí destino.

El gris de los asfaltos alienantes
Fue cambiado por la rosa bella
Que perfuma ahora las cabezas
De aquellos poetas y amantes.

Puedo escribir el libro violeta
Que soñé escribir con la certeza
De que un amor sería la llave
Para lograr una literatura inefable.

¿Y cuántos mundos puede encerrar
Tu mirada que no se cansa de buscarme?
¿Cuánto cielo puede caber
Sobre la superficie de tu labio al besarme?

Yo no tengo respuestas de esta tierra,
Ni creo en el paraíso de la Eva.
Pero creo en la mujer como meta,
Como fin, como logro, como empresa

Ni la filosofía ni la lógica
Logra darme las armas,
Para entender este desierto
Donde ahora sos mi agua
Mi Beatriz, mi Helena, mi Julieta.
Mi Maga.

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