jueves, 10 de marzo de 2011

No estás.

Salgo a caminar. Salgo a la calle. Salgo a la noche. La caminata es una simple excusa, yo salgo a la calle, a la noche, simplemente para buscarte. No para encontrarte. Para buscarte.
Y no importan mis temores a que un día doble la esquina y ahí estés, y no te hable, y no te mire. Por alguna razón te busco, por algo que te debo, por algo que necesito darte, por alguna promesa que (tontos los dos) nos hicimos en el tiempo donde todo estaba bien, donde todo era poesía, alegría.
Y ahora las calles principales (con sus personas caminando indiferentes, con sus autos de luces brillantes) están tan vacías sin ti, tan frías y oscuras sin ti.
Y ahora las estrellas me preguntan donde estas, si te seguiré buscando,  yo no respondo, camino, doblo en la esquina no estas, doblo en la esquina no estas, doblo en la esquina no estas.
Mañana empezara otra melancólica mañana, esclava de tu recuerdo, esclava de las memorias de tus besos, de tu piel, de mi amor. Y yo seguiré sin ti, sin que la gente recuerde que yo he estado contigo, sin que vos recuerdes que yo he estado contigo.
Y la monotonía del día empieza y mientras mi cuerpo trabaja mi cabeza piensa, adivinaste, en ti.
Llego a casa y  mis temores se hacen realidad, no estas.
Y a tus fotos se las lleva el fuego, y a tus cartas se las lleva el fuego, y a tus recuerdos se los lleva ¿el fuego? no, a tus recuerdos se los lleva otra mujer, otra asesina.
Cae la noche y ya no quiero caminar. No quiero buscar. No quiero encontrar.

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