martes, 1 de marzo de 2011

Juntos.

Nos quedamos los dos sentados en la vereda de una de las calles menos transitadas, nos iluminaba la luz del sol que se escondía entre los techos de las casas de la ciudad. 
Producíamos y compartíamos un silencio hermoso, como si ya no tuviéramos nada mas que decir, como si ya conociéramos las razones de estar en ese lugar, en ese momento, juntos, solo quedaba disfrutarlo.
El silencio solo se interrumpía por algunos jóvenes con uniforme de escuela, cantando canciones que ninguno de los dos conocía, pues ya eramos muy viejos para saber de los gustos de aquella juventud caminante, eso nos dio gracia, nos miramos y comenzamos a reír.
Los dos sabíamos que en unos minutos tendríamos que irnos, tal vez tendría la suerte de verla al día siguiente, tal vez no, era una posibilidad (así como lo es la muerte) pero el día de mañana no nos importaba.
Me gustaba verla sentada al lado mio, sin mirarme, pero lejos de ignorarme, intentando absorber lo mejor posible ese momento tan maravilloso en que nos encontrábamos.
Ninguno de los dos nos atrevíamos a romper el silencio, nada podía salir de nuestras bocas que realmente nos importara, o tal vez si.
Mientras me distraía observando a unos niños en bicicleta , de sus labios salio un "te quiero". Era tan tímido y fuerte ( y verdadero como la puesta de sol) que yo no alcancé a decir nada, entonces respondí con un beso.
Cuando la oscuridad por fin llego, un auto se asomo en la  esquina, ella se levanto no dijo nada y se dirigió hasta el, se subió y el auto se perdió al doblar en una de las calles.
Mientras escribo esto me acuerdo de ella, pero se que aunque escriba miles de lineas recordando (tal vez inventando) mis recuerdos con ella  nunca voy a encontrar la razón por la cual nunca mas la volví a ver.
Acaso no había razones, simplemente que tampoco las había para que ese tarde vuelva a existir.
 

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