sábado, 29 de octubre de 2011

Al azar

"Todo el mundo corría hoy. Nunca entendí porque las personas (“¿las personas?”, hablo como si yo no fuera una persona) al sentir la lluvia en sus cabezas o al ver las gotas en la calle se desesperan y comienzan a buscar refugio. Yo no hago eso, no. Cuando comienzo a ver las nubes de la tormenta se me llena el corazón de esperanza. De esa esperanza de quien espera la lluvia, y de quien sabe que está a punto de caer y que la va a sentir en todo su cuerpo. Y entonces sucede lo esperado y la lluvia cae. Y es hermoso porque es inevitable, porque la lluvia cae, y los que la odian y corren no la pueden detener, y los que la aman y la disfrutan, como yo, tampoco la podemos detener. Comienza y se detiene cuando se le da la gana. Como el amor, o como la vida. ¡Qué hermosas las cosas inevitables! Las que no decidimos y no queda nada más que asimilarlas y aceptarlas. Con buena o mala cara, eso sí depende de uno. A veces lo único importante es la cara que ponemos ante lo que nos sucede y no tanto lo que nos sucede en sí. Hasta hay cosas que nos suceden solo para ver cuál es nuestra cara. Con “cara” me estoy refiriendo no al sentido literal, sino a las actitudes y reacciones que tenemos en contraposición a lo que nos acontece. Es como una prueba. No voy a hablar de nada religioso, o metafísico, o que se yo. Es la vida misma eso. Acción-reacción. Acción (casualidad, azar, alguien calculando los números hasta los más mínimos ceros y unos) y reacción (nosotros, solos, eligiendo, soportando, disfrutando, sufriendo, destruyendo, construyendo) eso es la vida." 

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