sábado, 5 de noviembre de 2011

No olvidará.

Después de la lucha conoció el goce
de entender que no se gana en esta vida
si no se tiene piedra en el corazón,
si no se tiene hiel en la razón.

No se tienen preparadas camas tibias
para aquellos hombres insanos como el
los vencidos con sus zapatos (los de el)
rotos, sucios, desgarrados de perder.

Él fue uno de ellos, un caminante…
no llevaba verdades en mochilas,
pero,
no le molesto el peaje del amor
que encontró en los ojos
de alguna mujer que conoció.

Muchos hombres habrían querido
estar en su lugar de amante
tanto se mintió cuando decidido
amar a una mujer que no lo ame. 

Error de poetas y de tontos,
error de idealistas y valientes,
error, tan terrible como la muerte
que, como el, odia el amor y lo padece.

Así conoció lo dulce del dolor,
que siempre viene acompañado
del consuelo de saber que los hombres
nacen para amar a esas mujeres-cuadros.

Esos cuadros que son las mujeres,
mujeres como ninfas y amapolas,
como llamas, y estrellas y también,
como luciérnagas curiosas.

Se puede pasar la vida llorando,
pero como dijo Alejandro,
la cura para el amor es correr
hacía otro camino, hacía otro llanto.

Saltar como un conejo,
de amor en amor,
de traición en traición,
de dolor en dolor.

Considera el caminante algo estúpido
recurrir al olvido para borrar el dolor
el olvido de ese amor sería mil veces peor
que recordar con dolor los labios que besó.


No olvidara que la vio 
cuando comenzó el año
no olvidara que vio el primer sol
y a ella, 
cuando comenzó el año.


No olvidara el reproche
de no saludarla una noche,
ella no sabe que el se asusto
porque vio el aleph en sus ojos
esa noche.


No olvidara que el azar 
nunca actuó con ellos,
sabe que la casualidad
no crea momentos tan perfectos.

No olvidara
la piel y la risa,
la noche y los días,
la luz en los arboles,
el comienzo inimaginable,
impredecible e inmodificable,
el llanto del final,
y el espejito que fue
y que ahora refleja
su eterno
recuerdo inmortal.


No olvidara que compartían
la tristeza
pero ella la del blues,
y el la del tango.

No olvidara los poemas,
las letras,
la música,
la alegría de saber que ella es única.

No olvidara lo aprendido,
(quisiera olvidar lo enseñado)
no olvidara que ha conocido,
la complejidad de la hermosura
y la simpleza de la ternura
en una sola figura.

No olvidara,
lo terrible de la perfección,
lo destructivo de un corazón,
lleno de dudas .

No olvidara el dolor
de una mordedura,
las marcas en la piel,
alguna noche fría y de luna,
la humillación de no poder ser,
todo lo que se necesitaba ser.

No olvidara el impulso
Y la irracionalidad
Con que se amaron
No olvidara que (desde siempre)
Ella fue la ficticia Jeanie,
Y él, el ficticio Mariano

Y si esta solo es por elección,
porque sintió algo de horror,
en la mujer que cuando sus ojos vio,
su alma descubrió.

Se queda con el dolor,
porque como dijo sócrates
(ella lo leyó en Fedón)
es lo que llega luego del amor.

Vence al infierno, caminante
vence al cielo, caminante
véncete a ti mismo, y dime
si al final, si después de todo
tienes coraje.

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